Hace un par de décadas, María Doménica Atencio Pieretti me invitó a conocer su naciente empresa vinculada al mundo de la moda. Ella se había trazado la meta de convertirse en una diseñadora de trajes de baño. Me gustó su orden y disposición, además de su estética que se adapta a un gusto universal.
Lejos de dejarse vencer por los problemas que todo empresario ha enfrentado en estos tiempos, ha seguido adelante y para ello se trazó su propia estrategia y presentó sus colecciones fuera de Venezuela.
Darôwö es vida
Ahora Kanömi, marca de la que María Doménica es su directora artística, lanza una nueva colección, que al igual que las anteriores mantiene una marcada inspiración con las tierras y tradiciones ancestrales venezolanas. En esta oportunidad nos trae Darôwö, que es un canto a la Amazonia venezolana, reino del cunaguaro y de los árboles frondosos y mágicos.
Darôwö es una palabra que tiene sus orígenes en la lengua Pemón y se traduce como “vida”; por lo tanto, es una colección dinámica, porque está concebida como un homenaje a la vida silvestre. Por eso los estampados reproducen la piel de ese felino que recorre nuestras selvas y que los nativos lo consideran sagrado.
Una marca con significado
De acuerdo con las propias palabras de la diseñadora, este título “Vida”, es una alusión al trópico, sus colores, formas y movimientos. De allí que cada pieza traduce un sofisticado lenguaje, que viene a ratificar que Kanömi es más que un nombre vinculado a la playa y a esos momentos de relax, es una marca que busca llevar a los demás, a través de la moda, un mensaje de armonía y respeto hacia la naturaleza.
Para lograr esta colección, se revisaron fotos y se buscó en libros la importancia de nuestra selva. Pero no se presenta desde esa mirada codiciosa que busca apoderarse de su riqueza, sino desde esos sentimientos de respeto y admiración, de valorización de sus recursos.
Mano Kanömi
A esto se une el concepto de trabajo que prevalece en Kanömi. Es un equipo donde cada quien tiene importancia, de allí que se hable de “manos Kanömi’: aquellas que construyen cada pieza con experticia, pericia y con ese carácter único que proviene del lujo intrínseco que le aporta el trabajo artesanal. Cada detalle se hace con conciencia para que dé como resultado lo mejor.
El show room de Kanömi se encuentra en una casa de los años 60, abierta a la luz y a la circulación del aire, en una calle donde todavía sobreviven los árboles y le dan un toque especial. A esto se suma la terraza donde las orquídeas la marcan con sus colores, así como otras plantas tropicales de singulares hojas.
Tejidos ancestrales con darôwö
Allí se pudo admirar el trabajo, con fibras naturales de la selva venezolana, de las Cestas de mi Selva, tejidas a mano a orillas de los ríos Caura y Orinoco por las comunidades yekuana y eñepa, ahora integradas al mundo de la moda, dando como ejemplo que no sólo están elaboradas con tejidos nobles, amables con el ambiente, sino que al propiciar esta actividad artesanal se provee de recursos a los artesanos, se está preservado un arte y se le da el justo valor a una forma de expresión de estas comunidades nativas.
El nombre “Vida” también representa su transformación en arte, ofreciendo una segunda vida a los retazos, ya sea en la colaboración con la artista alemana Clemencia Labin, residenciada en Alemania, o transformándolos en mosnteras que acompañan algunos de los trajes de baño.
Cada pieza Kanömi tiene una historia de vida, de alma, lujo y sofisticación tropical moderna.
Como Penélope
La presentación de Darôwö sirvió para presentar el trabajo del artista plástico Julio Loaiza, quien ha hecho del tejido una actividad experimental que también incluye la restauración de muebles. En esta segunda vida las piezas adquieren un aspecto más creativo, sin perder su función utilitaria.
Loaiza trabajó en una serie de obras relacionados con la cotidianidad, objetos utilitarios, esculturas a partir del tejido con diversas fibras naturales de Venezuela.
Su investigación artística es una reflexión de los oficios manuales y el valioso conocimiento del tejido, la cestería y la alfarería. Esto lo ha llevado a compartir experiencias con otros maestros artesanos, teniendo como resultado armar puentes entre el arte y la artesanía, para afirmar que la creación potencia los lenguajes.
Al adquirir una pieza de Julio Loaiza se contribuye al desarrollo de los proyectos que desarrolla en su taller @macollacreativa, que permite la difusión de prácticas artesanales venezolanas en la isla de Margarita, Tucupita y nuestra costa central.
De esta manera la moda se proyecta no sólo como la expresión de una creadora, sino que representa otra forma de mostrar un país, conjugando el diseño y la contemporaneidad con técnicas ancestrales que invitan a conocerlo.
También puede interesarte leer Yliana Yépez: una década como diseñadora